Nos manifestamos por la paz en Culiacán

Nadie nos obligaba a hacerlo. Pero lo hicimos. Estuvimos compartiendo con la sociedad nuestra posición respecto a la violencia en Culiacán: no se puede aceptar, no se puede tolerar. Desde el día 30 de abril nuestra ciudad se ha visto convulsionada por múltiples eventos delictivos. La ciudad huele a muerte, huele a dolor, huele a tristeza: huele a pecado. ¿Que hemos hecho? Al menos orar. Deberíamos hacerlo. Pero deberíamos hacer algo más.

Este domingo ha sido diferente. Hemos llegado a casa después del culto y en la mente de mi esposa y mío el propósito estaba claro: participar en esta manifestación por la paz en Culiacán. Más allá de nuestras convicciones como ciudadanos quisimos ir porque como cristianos no podemos tolerar la presencia del pecado. Es la lucha que el cristiano debe tener hasta el final.

Diego Isaí fue tomado como molde para representar a uno más de los más de 500 muertos que Culiacán ha tenido en los últimos días. Verlo en la calle, acostado simulando al niño que cae abatido por las balas me impactó. Todas las imagenes de la calle Obregón hablan por si mismas. Gritan. Gimen. Claman. Mi corazón late fuertemente al ver la escena. Hay recuerdos de tristeza y de dolor. Todos en Culiacán hemos sido tocados por este lastre de la violencia desde hace años.


No podiamos faltar ... No podiamos faltar ... El instrumento de música, solemnemente toca notas de duelo, de tristeza, de dolor. Parecían unirse al canto de David : ¡Cómo han caído los valientes! ¡Cómo han caído los valientes!





Sólo lamentamos que no hubo la presencia mayoritaria que hubieramos pensado. Ni de toda la ciudad. Ni de muchos (casi ningún) hermano de la iglesia.

¿Es que la indiferencia también nos alcanza?

Claudia Isabel Quiñonez Gámez lo expresó muy bien con estas palabras:


Calles boicoteadas de esta ciudad
Donde caminas decapitado el día
Con la otra mitad del cuerpo

El alma secuestrada en un levantón de sicarios

Diagonales sin retorno que disparan plomos
En avenidas de sangre

Ciudad anaranjada por sus notas policiacas

Banquete del político que se nutre de niños
De jóvenes

Vendedor Electo de drogas sin requisitos legales
Que protege al delincuente, al Cártel
Que más acreciente sus tesoros

Campo de guerra de despachos presidenciales
De imperios
Gubernaturas
Municipios

Ciudad naranja decapitada en el terror de los cuerpos
Que caminan como muertos


Y cuando Jesús vuelva ¿Hallará amor en la tierra?...